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Es jovent sap destriar entre un Golf GTI o GTX, si és un iPhone 3 o un iPhone 4, un PC o un Mac. Ho saben tot de ses coses efímeres, de ses coses que se venen com a imprescindibles i que en pocs anys passen de moda i formen part des record, com un Spectrum o un Atari, un xubasquero Karhu, un vídeo VHS o un minidisc. De ses coses permanents, de ses que trascendeixen en nostro efímer pas per sa vida, no els interessa res, ni el seu nom. I amb un genèric l'humilien. No destrien pomeres, pereres, cirerers, alzines ni oms; només diuen "arbres". No destrien un mussol, una òliba, un tord, una mèrlera, un pinsà o un sebel·lí; només diuen "ocells". I d'aquesta ignorància en basteixen una seguretat ben falsa.

En canvi, sa gent major sap destriar si és ordi o civada a ses tres setmanes de néixer es sembrat, quan tot just és una fulla. O saben si és una carabassera o una melonera lo que tenen davant, perquè saben que allò és bàsic per sa vida, per sobreviure. Diuen "un cotxo", sigui quina sigui la paraula o sa marca que dugui darrere, perquè només serveix per anar d'un lloc a un altre.

Ses paraules diuen qui som, com vivim, què valoram i què menyspream. Expliquen es nostro món i sa nostra esquizofrènia; mos expliquen, a noltros. I si canviam de paraules canviam de món. I el món, per bé o per mal, sempre canvia i es forts guanyen. I si amb una debilitat cobarda descuidam es mots... quan moren es mots moren es conceptes. I llavors sa vida seguirà, silvestre i anònima, o morirà, com moren es pobles si moren ses paraules. És sa paraula s'ànima d'un poble...

— Acorar by Antoni Gomila (Page 32 - 34)

Laurette se quedó junto a la tumba y lloró por su hermana, por el resto de gente que Carl había asesinado, por la gente asesinada a manos de otros que no eran Carl, por la gente que se asesinaba la una a la otra, bang, bang, por la gente que se había perdido en el mar, por la gente a bordo de aviones que caían del cielo y se estrellaban en el mar, por la gente que tendría que haber ido en esos aviones pero había cambiado los billetes y se había salvado, solo para terminar a bordo de unos aviones distintos, y estrellándose igualmente en el mar, estrellándose contra icebergs, estrellándose contra gente que se había quedado en casa en lugar de ir a trabajar y contra la que no se había estrellado ningún avión, pero que luego se ató ladrillos a los tobillos y se lanzó al fondo del mar y se estrelló contra otra gente muriendo también estrellada, por los cruceros que estallaban y los marineros descarriados tentados por las sirenas, por la gente que vivía en lugares en los que en otro tiempo hubo ciudades, ciudades que ahora estaban completamente sumergidas, y entonces le vino a la mente una imagen, de los cuerpos a la deriva por el mar, como escombros, detritos, los muertos, pecios y echazones flotando juntos como imanes, com una gigantesca hoya de cuerpos, como un puente, irresistible, como aquel puente de tierra primitivo que permitió a los antepasados de la Tierra cruzar de un lado a otro del océano, como una nueva clase de tierra que el mar arrastra junta hasta una nueva clase de continente, donde forma nuevas clases de montañas y nuevas clases de campos y una geografía como no hemos visto nunca igual, un desierto que parece un torso, y un bosque de árboles que parecen matas de pelo, y los cuerpos se unen para fundar una extraña forma de materia con tanta deriva continental, con tanto ímpetu, con tanta cobertura como para cubrir el mundo entero, para reemplazarlo por algo limpio y puro y nuevo, y así, de este modo, pensó Laurette, tal vez podamos al fin volver a empezar.

— ALGO TEMPORAL by Hilary Leichter, Inga Pellisa Díaz (Page 116 - 117)

Al capdavall, no hi havia tanta diferència entre el món del nord i el del sud d'on havia fugit, només una: el nord feia més promeses.

— Pregoneu-ho als quatre vents by James Baldwin, Yannick Garcia (Colom, #8) (Page 205)

Mientras fumaba un cigarrillo al sol pensó distraídamente que en todas las ciudades, en todas las casas, en él mismo, existía una zona de sosiego y penumbra, un sumidero, donde se refugiaban para tratar de sobrevivir los sucesos que la vida iba imponiendo. Una zona de exclusión y ceguera, de insectos tardos y chatos, de emplazamientos a largo plazo, de desquites sorprendentes y nunca bien comprendidos, nunca oportunos.

— El astillero by Juan Carlos Onetti (Page 203)

(...), i va afegir baixet que no li agradaven les persones que l'estimaven. Estimant-la era com si la lliguessin, com si no la deixessin bellugar.

— Quanta, quanta guerra by Mercè Rodoreda (El club dels noveŀlistes, #85) (Page 83)